lunes, 31 de agosto de 2009

¿VIVIREMOS UN MUNDO MEJOR?

A Miguel Durier
In Memoriam

Ese loco que canta en la noche
en la oscuridad oculta su dolor…
A propósito del asunto: el Primer Gran Concierto de Rock Nacional de los 60 –así lo promocionaron–, un homenaje a Arturo Astudillo (uno de los creadores de la mítica banda Los Flippers, pioneros del rock en Colombia), quien llamó al evento «Los 60 de los 60s» en razón de su sexagésimo cumpleaños, y en el que supuestamente participarían los grandes sobrevivientes de aquella época, alguien me decía que prefería quedarse con la imagen lozana y rutilante de lo que había alcanzado a vivir en vez de presenciar su titilante ocaso… y comentábamos acerca de lo favorable que resulta la imagen del bluesman otoñal en contraste con la del rockero avejentado.
Es decir, cómo luce de bien B.B. King –como hasta hace un tiempo John Lee Hooker y Bo Diddley– apoltronado en el escenario acariciando a Lucille –su guitarra–, y qué anómalo, por poco hilarante, se ve el arrugado torso desnudo de Mick Jagger o Iggy Pop cuando se zangolotean sin pudor por una tarima ante miles de espectadores.
Sin embargo, mi percepción varió luego de asistir al concierto en el que se reuniría la crème de la crème del rock and roll de nuestro país.
Nunca supe si Roberto Fiorilli
[1] estuvo presente, como lo habían anunciado. Sé que los integrantes de la antigua banda Malanga: Willy Vergara (más conocido como realizador de radio) y el gran Chucho Merchán[2] no se presentaron.
Según la información de prensa se había programado una jam session en la que participarían César Nieto, Ricardo Rodríguez, Nano Pombo, "Pocho", Mario García, Germán Antón, William Constain, Edgar "Batier" Chávez, Tania Moreno, Álvaro Díaz, Oswaldo Hernández, Carlos Navarro y Carlos Álvarez. No creo que ni la mitad de ellos haya estado allí. Apenas me consta la presencia de las bandas que acompañaron a Astudillo en su celebración: La Leyenda, Ferrans Band y Los Cheacles.
En la info que remití a mis contactos del correo electrónico decía: "Pronto llegará la hora de la verdad…" en referencia al inusitado interés por la historia del rock nacional, desde sus origines, que recientemente se había despertado y del que yo mismo me había contagiado queriendo participar… sin éxito, por supuesto, pero manteniendo el apoyo a la iniciativa de otros para formar un mismo intento de carácter mancomunado, como ha de ser.
Mencionaba los logros conseguidos hasta ahora: un libro sobre el tema, Bogotá: Epicentro del Rock Colombiano entre 1957 y 1975 (2007) de Umberto Pérez, editado por la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte sin verdadera posibilidad de acceso público ni disponibilidad comercial; la recuperación por parte de Mario Galeano del clásico álbum de los Speakers En el Maravilloso Mundo de Ingesón (1968) en edición de lujo y formato CD (que, naturalmente, adquirí); la exposición Nación Rock llevada a cabo en el Museo Nacional de Colombia y cuyo curador fue Felipe Arias; la publicación del número 72 de la Revista La Tadeo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Rock: Voz Urbana, Lenguaje Universal, dedicada en su totalidad al asunto y el programa Rockuerdos realizado por Andrés Ospina para la emisora 99.1 Radionica.
De manera que la culminación de todo esto vendrían siendo el concierto del viernes 15 de agosto en el marco del mal llamado Festival de Verano de Bogotá (en nuestro país no hay estaciones) y el Tributo al Rock Colombiano, un homenaje a Los Flippers organizado por Fabio Gómez, fundador de Terrón de Sueños, ex-Flippers, ex-Génesis, que bajo el nombre de Los Twisters reuniría a Camilo Ferrans y Pocho Pérez, acompañados por La Leyenda, quienes se presentarían el sábado 16 de agosto, a partir de las 7:00 p.m. en el Teatro Astor Plaza (a diferencia de la entrada libre del primero, en éste tendría un valor de $30000 y $25000 para estudiantes… quizá eso garantizaría un espectáculo mejor organizado que el del viernes, no lo supe: por falta de $ no pude estar presente)…
En mi nota escribía que esperaba que la asistencia fuera multitudinaria y el espectáculo satisfactorio para que esos improperios que arrojo contra todo el mundo fueran injustificados. Por fortuna para mí, no tuve que tragarme mis palabras, pues la concurrencia no fue tan profusa como podría haber sido para un evento gratuito de tamaña índole.
Curiosamente la afluencia de público joven superaba la de los espectadores mayores que se supondría acudirían masivamente para ver a sus ídolos de antaño. Claro, estos veteranos músicos por «efecto vintage» son mejor conocidos y más adorados por la nuevas generaciones que por las de su momento, para las cuales pasaron prácticamente desapercibidos.
Hacia las 6 de la tarde llegué a las inmediaciones del Palacio de los Deportes. El inicio del evento estaba programado para las 7:00 p.m. pero a esa ahora apenas abrieron las puertas para un escaso púbico, enviado a las graderías, pues existía un VIP para no sé quiénes que habían pagado no sé cuánto o que tenían no sé cuáles privilegios…
Poco a poco fue llegando más gente. Cerca a mí había una inusual pareja formada por madre e hija: la chica era una bella adolescente, a la señora ni la vi bien; un grupo de empleadas públicas que más parecían marujas, comadres o doñas que profesionales que en su juventud disfrutaron de la movida rocanrolera, y un grupo de sujetos ya mayores provenientes del rezago hippy de finales de los 70, conocedores empíricos de la música contemporánea más popular del mundo: el rock (si la world music no le arrebata tan injustamente como lo está haciendo el terreno ganado por 5 décadas de duro esfuerzo) y coleccionistas fortuitos de LPs, codiciados por auténticos buscadores de pastas, vinilos o acetatos, especialmente de rock nacional, como con el que se reunieron esa noche y a quien le escuché decir, explicando su labor, que era indispensable recolectar el testimonio –incluyendo grabaciones inéditas– de los artífices del movimiento antes de su desaparición.
Eran más que sabías, acertadas sus palabras. En eso momento no sabíamos cuánto.
Con esa intención estoy plenamente de acuerdo, siempre y cuando sea lo más desinteresada posible. Si hay afán por retener el testimonio de alguien antes de que se pierda, obviamente con su muerte, implícitamente se presume que el fin está cerca. De modo que al hacerse público, quien lo dio probablemente no disfrute de los beneficios de ello, quedará apenas como su legado. Si el que lo hizo público no reclama para sí el reconocimiento, todo está bien. Pero si lo que se quiere es conseguir padrenuestros con avemarías ajenas como reza el dicho popular, o sea, agenciarse como propios méritos de otros, lo rechazo de plano. A lo Alan Lomax SÍ, a lo Malcolm McLaren NO
[3].
Más o menos a las 8 p.m. apareció la primera banda: Los Cheacles. Distinguí, pese a la distancia, a KCh (Jorge, hermano del también baterista histórico del rock nacional Fernando Latorre), a quien conocí personalmente gracias a un amigo* que me ha alentado en mi curiosidad por el fenómeno del rock en nuestro país y me ha enseñado al respecto a través de su propia experiencia y la información que ha obtenido en su labor periodística, ya que coincide conmigo en su intención de narrar esta poco conocida historia… De hecho, presentamos un proyecto de investigación a una de esas sospechosas convocatorias que ya tienen adjudicado el ganador desde antes de siquiera redactar los requisitos con los que embaucar a los ilusos y expectantes participantes como nosotros.
El sonido era deficiente: no se oía la voz. La ecualización era pésima. «House of the rising sun»
[4] sonó instrumental pese a haber sido cantada en español. Si no estoy mal –el papel donde tomé nota de las canciones se me perdió– arrancaron con «Nowhere Man» (de los Beatles, compuesta por John Lennon). También hicieron una canción del recientemente fallecido Óscar Golden, ídolo de la llamada Nueva Ola, en los albores del rock n’ roll, y creo que «Jailhouse Rock» de Elvis. Fueron 5 o 6 temas, no más.
Luego apareció en el escenario Miguel Durier, acompañado únicamente por su guitarra. Hizo una preciosa versión de «Norwegian Wood», esa bellísima canción de los Beatles… y para complacer al público sin perder la verdadera actitud rockera se tiró «Angie», quiero decir que cantó una canción que hasta los más legos conocen pero no al pie de la letra, teniendo la gentileza de anunciar que no la recordaba bien; aún así la gente la celebró. Me encanta cuando alguien hace eso: Dave Mustaine de la banda de thrash metal Megadeth cambió la letra de «Anarchy in the UK» porque, según él, no entendía bien lo que Johnny Rotten cantaba y, según un rumor, a la hora de grabar estaba tan ebrio que trastocó las liricas originales del representativo tema punk de los Sex Pistols… y ni hablar de Dead Kennedys y en lo que convirtieron «I Fought The Law de Sonny Curtis que hizo famosa The Clash. En fin…
Durier estaba dando tiempo a que arribara el resto de la banda La Leyenda… su repertorio fue todavía más reducido, 3 o 4 canciones apenas.
Era el turno para Ferrans Band. Había una mujer cantando y si bien la falla en el sonido persistía y ocasionalmente su voz enmudecía, «Move Over» de Janis Joplin, «Rock and roll» de Led Zeppelin y «Satisfaction», himno del nihilismo juvenil de los Stones, sonaron potentes y convincentes.
No recuerdo qué banda realizó la versión en español de «Venus» de la banda holandesa Shocking Blue que retomó y convirtió en hit Bananarama. Se me pierde también en la memoria quién hizo «Behind blue eyes» de The Who…
Durante la jam session del final sonó «Gloria» de los Them (en la época de Van Morrison)…
Para concluir aquello que más parecía un abrebocas que el gran concierto promocionado, el agasajado Arturo Astudillo salió a escena. Un hombre cuyos 60 años no se notaban para nada… al menos, no desde la distancia a la que me encontraba. Se le veía ir de un lado para otro, tocando su guitarra, moviéndose ágilmente enfundado en sus pantalones de cuero… Llegar a esa edad sin dejarse engordar es algo que ayuda bastante en cuanto a imagen y ése era el caso de Astudillo.
El momento cumbre, para mí casi un sueño hecho realidad, llegó cuando el tema insigne de los Flippers fue coreado por muchos de los asistentes (yo entre ellos) y en Bogotá se oyó cantar por múltiples voces "Pronto viviremos un mundo mucho mejor"… ¡35 años después! Fue un instante muy emotivo.
Tocaron otras pocas canciones: una de los Beatles y otra de los Flippers. También «Route 66» que hicieran los Rolling Stones y es original del pianista de jazz, compositor y actor de televisión Bobby Troupe, esta vez en voz de Miguel Durier.
Mientras Astudillo y compañía tocaban un tema instrumental de The Shadows –referente imprescindible que si se desconoce, hay que revisar– lo que había dicho antes sobre rockeros caducos se iba por el desagüe… Por más calvos que estén los melenudos de otro tiempo, por más sáurico que luzca Keith Richards, el rock es la fórmula de la eterna juventud y quien lo viva (sea músico o fanático) será por siempre joven y cada vez que un viejo rockero hace un concierto rejuvenece. Así lo percibí cuando se hizo la prometida jam session… Estos cuchos –como llamamos en Colombia a los viejos– al tocar la popular canción de Ritchie Valens «La Bamba» (ancestro del rock en español) rezumaban energía y vitalidad, podrían estar muriendo pero se dejaban la piel en el escenario.
De lo más destacado, para mí, fue la presencia de Miguel Durier con su preciosa voz y su elegante swing como frontman. Fue un auténtico privilegio haber podido verlo antes de su fallecimiento (ocurrido el 23 de agosto)…
Uno esperaría que no se repita la aburridamente predecible historia de siempre y a los baluartes del movimiento se les reconozca y premie su mérito cuando ya sea tarde… pero uno sabe qué va a suceder, qué oportunistas van a sacar provecho y qué merecedores del reconocimiento van a seguir sin él.
Pasadas las 10 p.m. la organización del evento decidió darle fin, sin chance de bis para los músicos que tocaban en pleno como si apenas estuvieran calentando. ¡Vaya… 40 años después de la revolución social y cultural de los 60 nos mandaban a dormir temprano!
Al salir, me encontré con mi primo Alexo quien tiene una estupenda banda de rock con sus dos entrañables amigos y que estaban allí alimentando su genio y su espíritu, siendo unos chicos de 20 años. Fuimos a un bar del Centro a beber para celebrar el concierto que fue corto pero dejo una grata impronta en nosotros.
Lo que siguió es otra historia y ya habrá tiempo para contarla, total a nadie le interesa conocerla.
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[1] Músico italiano que durante un buen tiempo vivió en Colombia donde fue baterista y precursor del rock, fundador, integrante e invitado de las bandas esenciales del género en ese período: The Young Beats, Time Machine, Los Speakers, Siglo Cero, Columna de Fuego, e incluso Génesis de Colombia y La Onda Tres de Jimmy Salcedo –popular presentador musical de la televisión nacional en los 80–, que regresó luego a Italia y ha grabado varios discos como solista.
[2] Músico colombiano que emigró a Gran Bretaña donde grabó con Pete Townshend, George Harrison, David Gilmour, Eurythmics y The Pretenders, además de Bryan Adams y Everything But The Girl más adelante; de regreso a América Latina fue bajista de los Jaguares y productor de Fito Páez y Robri Draco Rosa, ha grabado discos como solista y ha producido músicos colombianos.
[3]El primero, musicólogo norteamericano, estudioso etnográfico del folklore en su contexto cultural, considerado como uno de los más grandes recopiladores de canciones populares del siglo XX. El segundo, empresario británico, mánager y productor dedicado a diseñar y mercadear moda (junto con su novia, principal culpable de la estética punk y new wave) antes de viajar a USA, ser fugazmente agente de New York Dolls (banda precursora del punk, de estrafalario aspecto travestido, antecesor del hair rock) y conocer a Richard Hell, a quien le escamoteó su caótica y desaliñada imagen para endosársela de regreso a Inglaterra a los futuros Sex Pistols, de los que sería no solo manager sino responsable de su agresivo look y la comercialización de su emblemática e influyente actitud. En los 80, siendo ya célebre pero todavía inculto en el plano musical, se agenció un contrato de grabación con la vaga idea de investigar las danzas folklóricas del mundo, reclutó al productor de moda y se embarcó en un viaje, costosísimo y absurdo, por América y África. Sin embargo, el álbum resultante de aquello facilitó el nacimiento de las músicas del mundo y le procuró a McLaren un éxito más. [info de: 1001 discos que hay que escuchar antes de morir. Edición dirigida por Robert Dimery. Barcelona: Grijalbo, 2005]

* Ver: http://defaunaliteraria.blogspot.com/2008/02/homenaje-humberto-monroy.html
[4] Canción tradicional interpretada por infinidad de artistas como Leadbelly (a quien se le atribuye «Where did you sleep last night», que hiciera popular durante los 90 Nirvana en su Unplugged y que es otra de esas canciones del folklore americano versionadas por muchos), Joan Baez, Bob Dylan, The Doors, Jimi Hendrix, Tracy Chapman, Scorpions, Toto, Pink Floyd, etc.
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La Tierra De Las 1000 Danzas (cover de Wilson Pickett Land Of A 1000 Dances)
http://www.youtube.com/watch?v=sFW8JTng3DI
La Ayuda De La Amistad (versión de With A Little Help From My Friends de los Beatles)
http://www.youtube.com/watch?v=CSvNR0rSeu0
Sargento Flipper (versión de With A Little Help From My Friends de los Beatles)
http://www.youtube.com/watch?v=3NsxKhfHSok
Danza Go-Go
http://www.youtube.com/watch?v=2LYBDfkiST4
Improntu Jazz A Go-Go
http://www.youtube.com/watch?v=e5dHmdGXbVU
Demuéstramelo Baby
http://www.youtube.com/watch?v=fmdYQNaioeA
Fliprotesta
http://www.youtube.com/watch?v=COqJkDi--hM
Con Su Soledad
http://www.youtube.com/watch?v=apG6JJi4FGk